22 agosto 2011

ESCALAR EN CARTAGENA. El recuerdo de un gran artículo




En el año 1996 la revista “Escalada” publicó un especial sobre las escuelas de escalada de la Región de Murcia. El artículo, cuyo autor fue Juan José Zorrilla, tuvo bastante repercusión y muy buena acogida por parte de los escaladores cartageneros, ya que en aquella época la información local referente a montañismo era muy escasa y nunca un medio de comunicación especializado en montaña había informado sobre las zonas para escalar en el municipio.
El artículo pronto se convierte en un clásico de consulta para los escaladores locales. A modo de homenaje reproducimos solamente el fragmento que se refiere a las zonas de escalada de Cartagena.

En los dominios de Cartagena sobresalen Peñas Blancas, con unos cuarenta itinerarios calizos de cien metros en cara norte idóneos para el verano, y El Portús, un paraje increíble y recóndito con itinerarios cortos y deportivos, ideal cuando en el resto de España los coches llevan cadenas. Aparte de otras zonas menores, que sería largo de enumerar. Si se desea un rocódromo, el del barrio cartagenero del Peral es la única alternativa posible en el municipio. No lejos de aquí, Los Belones, Calblanque o Pico del Aguila –que tanto monta un nombre como otro- son también escalada al sol y frente al mar, en suma, delicia pura y apacible.

Cartagena dispone principalmente de tres zonas de escalada: Calblanque, El Portús y Peñas Blancas. Si algún recluta trepa le destinan a Cartagena, ya sabe que, en cierto sentido, le ha tocado la lotería. Además, hay multitud de pequeños bordillos, muchos de ellos secretos e ideales para los más entusiastas con nombres poco sugestivos: La Cárcel, de camino a Peñas Blancas, o El Castillo, en el cuartel de La Atalaya, con una travesía de unos 250 metros alrededor de la muralla y vías de IV+ a 7ª. Bajo este acuartelamiento abandonado, se halla La Cueva, o el Techo de la Atalaya: en artificial A1 y hasta la mitad liberado de 7c. También aquí hay vías de 6a+, otra de 6b+ otra de 7ª+ y dos líneas a confirmar de 8a y de 8b. Por último, la Aguja de Cuatro Picos, una zona de iniciación equipada encima del barrio cartagenero de la Concepción, según informa Antonio Marcos. Ni que decir tiene que toda la costa desde Cartagena hasta la población de Aguilas tiene numerosas escuelas, algunas con vías de hasta cuatro tiradas.

Portada de la desaparecida revista Escalada donse se
publicó el especial Murcia
Calblanque queda hacia La Manga, un poco al este de La Unión, donde el pueblo de Los Belones. Calblanque es como un islote totalmente asediado por las urbanizaciones costeras, de gran valor ecológico por sus dunas fósiles y un caso anómalo en el desarrollismo del litoral murciano español en general. Desde marzo de 1987 sus 1.882 hectáreas centradas en las playas del Negrete y Calblanque –de donde toma el nombre-, se encuentran protegidas por un plan especial de ordenación con criterios conservacionistas. Este pequeño trozo costeño se conserva práctica y milagrosamente intacto, con los arenales cubiertos por la típica vegetación baja y árida del sureste español y con una rica muestra de avifauna acuática.

Calblanque incluye el Pico del Aguila (también conocido como el Pico, o Peña o Cabezo de la Fuente) y las Salinas del Rassal, y llega hasta Cala Reona, cerca de Cabo de Palos. Hay que aclarar que las paredes de Los Belones están en el Pico del Aguila, no hay que confundirse con la cercana Peña del Aguila, que está detrás. En Calblanque, o Los Belones, o Pico del Aguila, o Cabezo de las Fuente –que tanto monta un nombre como otro- la escalada está regulada, al ser un espacio protegido, por lo que tiene poquísima afluencia de aficionados.

Los hermanos García Gallego y Antonio Marcos y su grupo son quienes han partido el bacalao por la mitad y se han preocupado de equipar Los Belones. Los Gallego se decantan más por las alpinas y los cartageneros por las deportivas. La primera vía de la Peña de la Fuente fue abierta en 1969 por Baldomero Brugarolas y Miguel Angel García Gallego. Son en total unas 50 líneas calcáreas de 70 metros con dificultades desde V grado hasta 7b.

El Portús, una cala recóndita

Antonio Marcos también ha metido mucha mano en El Portús, una de las docenas de miniescuelas que siembran el mapa murciano. El Portús es una aldea blanca en una cala asombrosa, asomada a su pequeña playa, junto a la mole de aspecto añoso del cuartel de carabineros, El Portús retrotrae a una atmósfera de película y de ensoñación mediterránea. Parece mentira que esto se llene en verano hasta los topes. A cambio, no hay quien escale por el calor, mientras en diciembre prima el pantalón corto.

Carlos Garranzo en El Portús
En El Portús –dice Marcos- hay 70 vías de aglomerado remetido hacia el interior donde predomina el 6ª. Están agrupadas en dos sectores principales: La Rambla, con varias vías de un largo de IV+ a 7a+, y el boulder donde un camping nudista, con siete vías de IV+ al 7c de ¨Demons on the Rock¨. Del extremo oriental de la playa parte una travesía por encima del agua que no tiene más fin que el que aguanten los brazos (prever el regreso nadando).

Dentro de La Rambla, se diferencian varios sectores. De un lado, El Manantial: quince vías predominantemente fáciles, a la derecha de todo; del otro, subiendo un poquito y todos bastante agrupados: La Placa de Alvaro, la Cara de Media Luna, El Camello, Los Techos, El Desplome y El Callejón, donde el grado va desde 5b a 6c. Algunas de las rutas más vistosas son Excedente de Cupo (6a) y Cágate por la Pata Abajo (6a+).

El Portús es una zona ideal si a la pareja le gusta el monte: una parte se queda en la playa y el fan se sube por las paredes, en el buen sentido de la frase. Para comer, un pescadito fresco en un chiringuito, y la familia contenta.

Peñas Blancas, cara norte

En Peñas Blancas lo equipadores fueron los cartageneros. Incluso han construido un pequeño y somero refugio en la cima acarreando ellos mismos los materiales y el cemento. José Seiquer, entre otros muchos, abrió en su momento unas cuantas vías, pero la labor más importante fue llevada a cabo por Antonio Vallona, Andrés, Marcos, Pablo, Ferrer y los Gallego. La vía más fácil es la Difuntos (IV) un espolón muy marcado en el sector medio. El 25 por ciento de las aproximadamente 40 rutas de Peñas Blancas son clásicas de V+ y A1 y el resto, reequipadas o nuevas desde 6a  hasta 7c. Si se quieran trabajar ¨artifis¨ -como se llaman aquí-, también hay donde elegir hasta llegar a A3. Es  preciso anotar que algunos A2 hoy se han devaluado incluso hasta IV+, señala Carlos Garbanzo, uno de los habituales de Peñas Blancas.
Esta caliza muy vertical exige un cierto entrenamiento para acostumbrar el pie a la adherencia de los romos y el ojo a intuir los agujeros, dado el color de la roca y la luz ensombrecida de la pared, que no resalta los relieves. El ambiente es de conservación del entorno: todavía desde 1968 cuelga del final de la vía un carrete vacío de fotos con un papelito en el interior donde están escritos los nombres de los aperturistas.
Una de las rutas más recomendables es la nueva Carlos el Rastafari (6b), abierta por el mismo Antonio Marcos, pero a la que enderezan el nombre como la de Chapas Negras por el color de sus anclajes. Otras vías para gozar son Vuelo de Icaro (V+, 4 largos), Vía XL (V+, largos), Armonía (6b+, 5 largos), Sorprendente (6b+, 3 largos), Apasionata (6c, 4 largos), ¨Defender of the Faith (6c, 4 largos) y Top Less (7b, 6 largos).

Antonio Marcos en  Chapas Negras
Es una de las zonas predilectas de la región en verano, dada su orientación septentrional, lo que también es un inconveniente para hacer bonitas fotos. En las cercanías se hallan algunas pozas fresquísimas para bañarse, donde hay que tener precauciones para no tragar el agua, ya que también son bebederos de cabras y el fantasma de las tifoideas ronda cerca. Un pastor llamado El Cubiertas ha limpiado de piedras el sendero bien marcado que nos conduce a la choza desde el final de la rambla, desde donde se divisa, ancho y luminoso, el Mediterráneo e, incluso, Sierra Espuña hacia el sur.

Los cartageneros se ríen de Leiva cuando se halla cubierta, gentileza a la que corresponden éstos con el mismo gesto si pasa al revés. De hecho, alguna sana rivalidad sí que hay, ya que la pasión por la escalada y la montaña en general está arraigada en la región, que todos quieren que su escuela sea ¨la mejor y más bonica¨.
También se puede ir andando por todo el valle inferior hasta encontrar la vía, pero es lo menos frecuente. Lo normal es subir a la choza de cima desde una granja porcina cerca de Isla Plana y rapelar para luego meterse en las vías. Los rápeles tienen unos cartelitos donde vienen señalados el nombre de la ruta y la longitud de cuerda necesaria.

Artículo extraído de la revista Escalar nº 6 del año 1996, con
la autorización de su autor: Juan José Zorrilla.













2 comentarios:

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  2. Buenaa tardes!
    Alguien tiene los croquis del pared de la carcel que debe de estar cerca de Cartagena? Gracias!

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