27 enero 2011

DESDE MI MOLINO. Recordando a Josahi en su Cartagena rural







Desde este Blog queremos rendir homenaje al escritor y periodista cartagenero Josahi (Jose Saura Hidalgo). Parte de su vida la dedicó a divulgar en diversos medios de comunicación el mundo rural cartagenero. Gran amante del patrimonio natural y cultural de la comarca e incansable defensor de los molinos de viento. Fue Presidente fundador de la asociación cultural Amigos de las Bellas Artes y las Letras de Cartagena (ABAL), donde agrupó a prestigiosos poetas, pintores y escritores de la ciudad.
Para que Josahi permanezca en el recuerdo y para  un mejor conocimiento de nuestro entorno, de nuestros pueblos y de nuestro campo, en su memoria, os presento una selección de artículos que escribió sobre su Cartagena rural.


JOSE SAURA HIDALGO (JOSAHI)

El redactor de prensa y escritor JOSE SAURA HIDAGO, nació en Cartagena el 20 de julio de 1932. Desde niño ya manifestaba su afición a las letras escribiendo narraciones cortas y cuentos. También siendo un adolescente sacó a la luz publica el semanario ¨Noticias de La Manga¨ en fotocopias que distribuía por los principales establecimientos hosteleros de las riberas del Mar Menor y La Manga. Su primer trabajo periodístico lo publicó en el diario de ¨La Verdad¨ en la década de los setenta, luego continuó colaborando en este diario durante casi treinta años. También escribió en los diarios ¨El Noticiero de Cartagena¨, ¨Arriba¨, ¨Línea¨, ¨Melilla¨, semanario ¨Hoja del Lunes¨, y otros. Su afición a las letras le llevó a publicar varios trabajos de bolsillo destacando ¨San Ginés de la Jara y su Monasterio¨, ¨Navidad junto al molino de viento¨ y ¨¿Existen los ovnis?¨. Recibió numerosos galardones y premios literarios, destacando el Premio Nacional de Prensa de la Semana Internacional de Cine Naval y del Mar y el Premio Nacional del Concurso de Anécdotas de Cajas de Ahorro, convocado por la Confederación Española de Cajas de Ahorro Benéficas. Fue Presidente-fundador de la Asociación Amigos de las Bellas Artes y las Letras y dirigió la revista anual ÄBAL ¨, portavoz de dicha asociación cultural, publicando también la ¨Antología Poetas Año 2000¨ y  el libro ¨Citas con famosos¨ que reúne una selección de entrevistas que realizó durante su etapa periodística a personajes del mundo del espectáculo, la política y el deporte. Fue organizador de los actos Ëxaltación de la Capa¨ y del acto literario de ¨Exaltación a la Primavera¨ que se celebraba anualmente.

Como empleado de la Caja de Ahorros del Sureste de España, (hoy Caja Mediterráneo), fue nombrado director de las sucursales del barrio de la Concepción y Urbanización Mediterráneo. Fue funcionario de la CAJA durante más de cuarenta años.

La mayoría de sus trabajos en periódicos y revistas literarias los firmaba con sus seudónimos Josahi, José Losada Hugari (que recoge todas las letras de sus apellidos intercambiadas) Serago y Sau.


LA NORIA CARTAGENERA HA DESAPARECIDO


Los molinos de viento, las ermitas, los viejos pero atractivos caserones, las torres de vigía en la costa, y las norias, han sido los signos emblemáticos del Campo de Cartagena. De todos los citados pueden verse aún vestigios de aquellos tiempos esplendorosos que tuvieron, -especialmente de los molinos de viento que han tenido ahora la gran suerte de que algunos se recuperen-, pero la gran olvidada ha sido la cartagenera noria que hacía su competencia a su amigo el molino de viento en sacar el agua de las entrañas de nuestras tierras para regar nuestros sedientos campos antaño. 

Si bella era la silueta del molino en la planicie del campo cartagenero con sus blancas velas desplegadas al viento, la de la noria, quizás por su humildad pasaba casi desapercibida para los ojos del visitante aún realizando también un vital trabajo para el campesino. El lento caminar del burro o la mula en torno a la noria ayudándole a subir el agua con sus cangilones para llevarla a la gran balsa que siempre tenía a su lado resultaba un tanto desesperante y anodino, especialmente para esos animales de labor que no se explicaban por qué les obligaban a dar vueltas y más vueltas, durante muchas horas sin descanso, en torno a la noria. Parece ser que han desaparecido hasta las piedras de este popular ingenio de nuestros antepasados del mundo rural. Yo no las he visto por ninguna parte ha pesar de mi incesante búsqueda pero es posible que aún queden  algunos restos por algún caserío de nuestros campos..


Parece ser que la noria fue de origen árabe que la propagaron por tierras de occidente. Ya por los años 1006 al 1007 Ibn Sida, lexicógrafo, escritor árabe-murciano, hablaba de estos aparatos para elevar el agua, así como tros tratadistas árabes, especialmente Al-jaran (1181-1205) e Ibn Al Awan, pues no olvidemos que los árabes influyeron mucho en el progreso de al agricultura española. Sin embargo Pío Baroja también escribió sobre el posible origen greco-latino.

Polémicas aparte sobre el origen de la noria cartagenera, lo cierto es que este esencial ingenio tan antiguo de nuestro campo ha desaparecido y en la actualidad parece ser no quedan indicios de su existencia.

Yo aún recuerdo la noria de la finca de Barbero, en Bº Peral, cerca del apeadero del tren. Allí llevaban las madres molineras a sus pequeños hijos a merendar, bajo la sombra de una centenaria morera, en el verano, para ver la mula dale que te dale y a los cangilones dejar caer su hermosos chorros de limpia agua sobre el canal que la conducía a la gran balsa que regaba gran parte de las tierras que hoy ocupan muchas viviendas de la Barriada Cuatro Santos, antiguas Cuatrocientas Cuatro, hasta tocar las casas junto al desaparecido paso a nivel del tren. También las parejas de novios y grupos de jovencitas molineras que iban a esperar la llegada del correo, luego se acercaban a la noria para disfrutar del hermoso espectáculo en las calurosas tardes del verano cartagenero. Eran otros tiempos que nunca más volverán. Pero aún quedamos nostálgicos y románticos que no olvidamos aquellas felices estampas del Campo de Cartagena.
Josahi.
Artículo publicado en la revista ABAL del año 2000.


Almendros y algarrobos. Margaritas y amapolas. Alzabaras en la sierra. Cereales donde se esconden la liebre, la perdiz y la codorniz. Un cielo azul y luminoso. ¡Que hermosa es la Naturaleza en el CAMPO cartagenero.

MOLINOS DE VIENTO. Torres que fueron blancas y airosas, mueren cansadas de doblegarse al trabajo y al sol, antaño, ¡Que pena verlas perdida su hermosura!

¡EL MAR! Cogidos de la mano Mar Mediterráneo y Mar Menor. Mar Mayor mar bravío. Mar Menor, mar silencioso, de aguas cristalinas, donde se baña la Musa de los Poetas en noches de clara luna con olor a salobre.

Estancia llena de LIBROS, FOTOGRAFIAS, PINTURAS. La lluvia golpea en los tejados y cristales, mientras las manecillas del reloj avanzan lentamente en la madrugada. El aprendiz de escritor golpea las teclas de su máquina de ESCRIBIR llenando los folios pausadamente. Feliz en el silencio y la soledad de la noche. Es un mundo, su dicha anhelada.

Felicitación de Navidad de Josahi a sus familiares y amigos. La portada de la postal era un dibujo del pintor Agustín Sáez Alcaraz donde representaba las aficiones de Josahi y en medio una lograda caricatura.


PEÑAS BLANCAS, PULMON DE CARTAGENA

Un lugar preferido por los senderistas en la comarca de Cartagena, es la rambla del Cañar verdadero pulmón de la ciudad si se quiere respirar aire puro y al mismo tiempo contemplar bellos paisajes en una zona húmeda tan escasa por estos lares del campo cartagenero.




Peñas Blancas
Nos acercamos, por caminos y veredas a la cumbre más alta de Cartagena, es decir, Peñas Blancas (629 m.) con una pared de un kilómetro de longitud. Los que la han subido afirman que el paisaje que se contempla desde allí es extraordinario y que en los días luminosos se ven las sierras de Almería y hasta la silueta de las costas de Africa. Como es lógico también se puede contemplar la silueta de Cabo Cope, que como no queriendo hacer ruido, se adentra en el Mediterráneo. Así, en días de pleno sol y el cielo completamente despejado de nubes nuestros ojos pueden divisar Sierra María, Cabo de Gata, Sierra Nevada y hasta la costa de Orán. Por estas sierras anidan rapaces por lo que no es raro encontrarse con nidos hechos por el águila real, el búho real y el halcón peregrino todos con peligro de desaparecer según los entendidos. Además, la naturaleza ha sido siempre generosa por estos espacios abiertos y pueden verse con frecuencia tomillos, olivardillas, palmitos, romeros, y, en los meses de enero y febrero, almendros en flor que embellecen el lugar extraordinariamente con sus mantos de flores blancas o rosas. También hace ya muchos años por aquí corría un río de agua cristalina,  incluso en los meses de sequía como son julio y agosto. También en la década de los años cincuenta aún se extraía mineral de las minas que dejaron su actividad en el año 1963.

 No hay que esperar a la famosa romería del Cañar para ver gentes en la zona. Por aquí los días festivos pueden verse moradores de Isla Plana, Tallante, Perín, Los Puertos, Campillo de Adentro y otros caseríos próximos que vienen a disfrutar del paisaje y la tranquilidad de la zona desde el collado de la Cruz hasta la fuente del Cañar para continuar por la rambla del mismo nombre hasta su salida al mar.
Muchas familias vienen a cocinar sus paellas, otras a pasear y disfrutar del paisaje, alejados del mundanar ruido. Peñas Blancas es el pulmón de Cartagena que debemos proteger todos los amantes de la naturaleza.
Josahi.
Artículo publicado en la revista ABAL.



LOS MOLINOS DE VIENTO NO DEBEN MORIR

El Campo de Cartagena tiene un problema poético, que, no por sentimental, hay que dejarlo en el olvido. Sus típicos molinos de viento, -que antaño cobijaron a hombres y mujeres moliendo el trigo, y en algunos casos, con pinceladas de sugestivas leyendas de amores e intrigas-, van desapareciendo poco a poco.

Perdida su finalidad práctica, por el adelanto de la técnica y la mecánica, el hombre los fue abandonando y quedaron en la llanura a merced de las inclemencias del tiempo que, día a día, se lleva trozos de su chapitel, de sus esbeltas torres o de sus airosas aspas. Según una estadística muy reciente en la comarca de Cartagena existen más de 100 molinos, de los que apenas un 25 por ciento se conservan aún en estado aceptable. Ninguno de los que sobreviven ejerce su viejo cometido, el último paralizó su trabajo hace tres años, aproximadamente, y aún existe en la diputación de Santa Ana, cerca de la carretera general de Cartagena a Murcia.

Todos pertenecen ya al pasado y muchos se mantienen fijos en sus puestos como simbolizando a una época donde su arduo trabajo convertía a sus propietarios en ricos hacendados de mansiones señoriales y bolsos de malla plateada. Sus históricas aspas han enmudecido para siempre y sólo la voluntad y el esfuerzo de unos pocos tratan de rejuvenecerlos y sacarlos de la indiferencia y apatía que han quedado en medio de las tierras  calcinadas por el sol. Por eso un grupo entusiasta de ellos, amantes de la tradición y de las cosas bellas de su tierra, comenzaron el pasado año una campaña para su restauración  y conservación, porque aparte de que podrían dedicarse a innumerables finalidades aprovechando sus emplazamientos rurales, el solo hecho de su bonita estampa en zonas próximas a urbanizaciones o de turismo les hacen dignos de preocuparnos por ellos y ayudarles a salir de su penosa agonía. En fecha muy reciente se han reunido estos admiradores de los molinos para crear una Asociación de Amigos de los mismos, para su conservación y custodia. A nosotros, nos ha gustado mucho la idea y por eso queremos colaborar con ese entusiasta grupo de salvadores. Nos hemos puesto a meditar un rato sobre estos molinos, tanto de sus labores antiguas como del provecho que se podría sacar en la  actualidad de los que aún quedan en pie de guerra. Dicen que datan desde antes del año 1600 y que en Grecia los hay iguales a los nuestros. Nosotros de lo que sí estamos seguros es de haberlos visto diseminados en tierras de las provincias de Almería, Murcia y algunos de la provincia de Alicante. Aunque el núcleo más numeroso se encuentra en el llamado Campo de Cartagena que, entre otras, comprende las pedanías de El Albujón, Torre Pacheco, pozo Estrecho, La Palma, el Algar, mar Menor y zonas de Mazarrón. Hemos oído hablar de ellos a viejos molineros muy conocedores de su construcción y estructuras mecánicas, y lo que ha simple vista parece muy fácil, el poner el molino en marcha y las velas en situación de que el ciento les haga moverse, no lo es a juzgar por las explicaciones de estos campesinos tostados por el sol levantino y arrugados por las labores agrícolas. Porque las velas hay que largarlas en el momento de que el viento lo exige y ponerlas en dirección de manera que una fuerte racha no se lleve consigo las aspas campo a través o la torre se vaya al suelo por el fuerte impulso de las mismas. Así como la puesta en marcha de sus motores y el frenado, con ese característico ruido, lo hacían expertos maestros molineros que hoy día aún lo pueden contar a hijos o nietos como antiguas historias relatadas en un crudo día de invierno a la lumbre de un confortable hogar campesino, o en el tórrido verano bajo la sombra de un parral o hermosa higuera.

Y nos lo hemos imaginado ahora todos encalados, con ese blancor andaluz que ciega los ojos, con su puerta y chapitel pintados de colores oscuros, sus blancas velas en continuo rodar, queriendo acompañar incansablemente al viento, como viejo velero cortando el mar, en estos días luminosos, perennes, con que Dios obsequió a este pedazo de tierra española, donde la temperatura que disfrutamos es difícil encontrarla todo el año en otras latitudes. Y por unos momentos hemos soñado penetrar en algunos molinos convertidos en museos del campo, con los aperos colgados en rústicas cuerdas o colocados en rincones y custodiados por nativos vestidos con el típico traje de la Región, obsequiando a los turistas con frutas y vinos de la tierra. Otros convertidos en espléndidas bibliotecas, a donde los moradores próximos van después del trabajo y los días festivos a descansar y cultivarse con la lectura de buenos libros. Otros, dedicados a la venta de objetos y recuerdos de la zona, otros a restaurantes, a centros sociales, e incluso, por qué no, a centros de diversión y esparcimientos. Pero todos con sus fuertes paredes remozadas y sus brazos girando sin cesar dispuestos a acoger con cariño a todo aquel que lo visite, una nueva podría dárseles  que seguro tendría muy buena acogida por los actuales propietarios. Pero nada de cambiarles sus clásicas aspas marineras, de ocho o seis brazos por las cuatro manchegas, a cada uso lo suyo, que al Campo de Criptana le van muy bien su estilo, famosos y elegantes, austeros y de singular belleza. Y a los nuestros lo suyo que no se quedan atrás en cuestión atractiva.

En cuanto a turismo, con sus restauraciones, tendría mucho que ganar y nada que perder, creemos que le beneficiaría  estimablemente. El auge que ha tomado el Mar Menor necesita de sus caminos una mayor atención y entre otras cosa que podrían hacerse por ellos, los molinos que, adecentados, so de gran vistosidad y gustan mucho a todos los forasteros, especialmente a los extranjeros, pues son muchísimo los que hemos visto detener sus coches para fotografiarlos, llevándose  consigo un gratísimo  recuerdo de su visita, imposible de obtener en ningún otro lado. Ellos mismo lamentan nuestra falta de preocupación y la indiferencia hacia nuestros molinos. Hace unos meses en la prensa murciana leímos la carta de un belga interesándose por los molinos y pidiendo a las autoridades y particulares su restauración “será un atractivo turístico único en Europa” decía y añadía “ya es tiempo de salvar ese rincón maravilloso”. Hasta la radio y televisión  francesa se ha preocupado por ellos, pues en la zona de El Algar estuvieron filmando varios planos de los molinos y paisaje adyacentes. ¿No es una lástima que vayan desapareciendo para siempre?.

Nosotros confiamos en esa “Asociación de Amigos de los Molinos de Viento”, y en esa esperanza nos hacemos ilusiones por verlos algún día funcionando por estos campos de María Santísima.
Josahi.
Julio de 1965

EL MOLINO ZABALA DEJO DE MOLER

Es uno de los clásicos de nuestro campo, quizás el más viejo y el más visitado y fotografiado por los turistas. Se trata del Molino Zabala -¡doscientos veinticinco años girando sus velas!-, que se ha <jubilado>, aunque ha sido como uno de esos ancianos que tras llegar al límite de su vida laboral, aún cobrando su pensión, ha seguido trabajando porque ha sido lo que ha hecho durante toda su vida, pero también le ha ocurrido como al viejecito muy trabajador: los años no pasan en balde y llega un día y dice ¿ 20 junio 2011 Día ¡no puedo más!, sy sus brazos, antes forzudos, los deja caer y queda inerte, aunque con vida, mirando al cielo, pero con ojos semicerrados, casi durmientes, con una mirada lánguida. Es un cuerpo sin fuerzas, minado por el sudor y el trabajo de los años, es un cuerpo muy cansado que apenas pronuncia palabra.

El Molino Zabala luciendo sus velas
Aún puede verse, <lleno de arrugas> (léase grietas) en la carretera, hacia la derecha, camino de Mazarrón, por Canteras. No muy distante de él, al comenzar el camino de tierra que sale desde el asfalto y conduce al caserío que le da aún cobijo, está el viejo letrero que un grupo de amigos de los Molinos pusimos un bienaventurado día en la década de los años setenta y, con letras borrosas tras más de quince años de ser pintada, dice así: <Al molino Zabala. Amigos de los Molinos de Viento. Año 1971>. Aquel hermoso día, parecía que el sol brillaba más que nunca y la reluciente cal de sus paredes recién pintadas de blanco, hasta hacían daño a los ojos. Aquel día su dueño le puso las diez velas y estuvo todo el día girando y los visitantes no paraban de fotografiarle. Todo de blanco, como un niño de primera comunión, se mostraba orgulloso en la planicie y para regocijo de la memorable jornada su dueño llenó los sacos de cebada y sus piedras cilíndricas, de más de mil kilos de peso, las molió <vomitando> por su manga una harina blanca, finísima, que luego sirvió para hacer migas de pan.

Dice que la base de su circunferencia tiene nueve o diez metros y sus muros que se adentran en la tierra pedregosa metro y medio. Cerca de su deteriorado chapitel hay una amplia ventana, por ella metían las pesadas piedras del molino, las bajaban con la ayuda de su curiosa maquinaria de madera, para pulirlas y con el paso de los años y de tanto trabajo estas circulares piedras se estropeaban y el cereal no se molía bien.

Moliendo en el Molino Zabala
La historia cuenta que fue un vasco apellidado Zabala, el que lo levantó trayendo piedras de las canteras próximas. La edad de este molino se ha podido calcular, ya que no existen datos concretos, por las generaciones que han pasado del actual propietario José Sánchez Pedreño. El señor Zabala, que además, parece ser tenía el título de marques, se marcho a vivir a la capital del oso y el madroño y decidió vender su molino, adquiriéndolo el bisabuelo de José Sánchez. Sucesivas generaciones de esta simpática familia lo fueron heredando hasta quedar en propiedad de José Sánchez Pedreño. El padre de éste al quedarse con este molino, como tenía cuatro hijos, compró al mismo tiempo otros tres sitios cada uno en Cuesta Blanca, La Corona, Canteras y Perín y a cada uno le regaló un molino como medio de vida, pues a ellos llegaban carros tirados por mulas desde pueblos del municipio para moler toda clase de cereales. También tuvo sus épocas malas, pues cuando con las nuevas técnicas empezaron a abandonarse los molinos a éste lo tuvieron también en <desempleo> y perdió parte de su chapitel y sus propietarios para preservarlo de las lluvias y vientos cubrieron con pesadas esteras. Las palomas se aprovecharon de ello y allí encontraron su cobijo y sus nidos de amor. Por entonces, llegaron hasta allí un grupo de cartageneros enamorados de las cosas de su tierra y propusieron a Andrés y Pepe, sus propietarios, la restauración del molino con ayudas que entonces facilitaba el Ministerio de Información y Turismo y otras, en menor escala, del Ayuntamiento cartagenero. El molino se salvó, pasó su melancolía y, una vez restaurado volvió a moler si no con la asiduidad de antaño, sí con el mismo vigor y así, periódicamente,, los domingos y demás días festivos, podían verse girar sus velas, aunque últimamente lo hacía coger mucho viento y peligrar su interior por la fuerza del aire, muy deterioradas por el transcurrir de más de doscientos años, aunque sus paredes, debido al grosor de sus muros quizás hubieran resistido los más fuertes empujes de los elementos atmosféricos.

Falleció Andrés, hermano de José Sánchez Pedreño, y el molino Zabala comenzó a trabajar cada vez menos, sólo lo hacía a petición de algún grupo muy calificado –como cuando hace poco años fue Telemurcia par hacer un brevísimo reportaje-, o por Navidad para moler el cereal y hacer pan y dulces de Pascua para la familia y también APRA pienso de los animales. Luego, José Sánchez ha tenido un empleo fijo en la fábrica de Productos Químicos y el molino Zavala dejó de <trabajar> influyendo mucho en ello el que de sus diez velas, ocho se echaron a la basura, por inservibles, y no han sidjo repuestas por su alto costa, a pesar de que alguna entidad oficial prometió regalarlas, pero pasaron los años y esa promesa se la llevó al viento.

El molino <trabajaba> mucho de noche, de dos a seis de la mañana y esas horas dejaba <caer mil kilos> de cereales hechos harina. Molió, además de trigo, centeno y avena, ¡habas secas, guisantes y garbanzos! Era en los años en que existía el sanatorio de Canteras y escaseaban los alimentos por la guerra civil y las postguerra y los enfermos demandaban alimentos, como cualquier hijo de cristiano. Pero, además, llegó a moler alpiste y habichuelas. Con el alpiste hacían pan, por supuesto porque la harina de cereales escaseaba y estaba carísima.

Un capítulo lamentable y doloroso de este singular molino. Un día, trabajando con él, el padre de los hermanos Pedreño, se rompió una clavilla y los hijos sujetaron las velas mientras su padre trataba de repararla. Una fuerte racha de viento puso las velas en movimiento inesperadamente por rotura del retén de seguridad que tenía, como todos lo molinos, por freno. Su padre, para no caer, se agarró fuertemente al palo y las velas lo subieron y lo hicieron girar hasta que cayó despedido con fuerza, junto a un almendro, a unos veinticinco metros de distancia. El padre de Andrés y José malherido de este accidente y a resultas del mismo quedó inválido, teniendo que andar con muletas. Fallecía de resultas del accidente, era el 28 de diciembre de 1948.

También en una de nuestras visitas al molino Zabala pudimos ver unos orificios de bala en sus muros. Según José Pedreño fueron unos disparos que hace muchos años se hicieron para ahuyentar a unos ladrones que robaban sacos de harina. Y ésta es la historia de un molino que ha dejado de moler. El último que lo ha hecho de los más de ciento cincuenta que embellecían la amplia llanura del Campo de Cartagena. Su <rechoncha> torre, aunque cansina y maltrecha por temporales, se resiste a morir, allí cerca de la Venta del Lirio.
Josahi.
Artículo publicado en el diario La Verdad el 16-9-1988


RECUERDOS CARTAGENEROS. AÑORANZAS

Yo, humilde y eterno mal aprendiz de escritor, me considero cronista de la nostalgia. Por eso cuando se acerca el verano, dejando de abrazar a su hermana la primavera, afloran a mi mente tiempos pasados, no sé si calificarlos de mejores o peores que los de hoy, pero sí, sin ninguna duda, antes eran de mayor tranquilidad y sosiego. Recuerdos añejos: el botijo de agua fresca; la hamaca donde estirar el cuerpo para dormir plácidamente la siesta; la tertulia bajo el sombraje de una hermosa parra y sobre una tosca mesa de madera; el porrón o la bota de vino de El Plan y los exquisitos embutidos caseros del Campo de Cartagena o la degustación de un plato de michirones y trocitos de jamón, cocidos en una vetusta olla de barro, en las que entonces cocinaban nuestros abuelos sobre una hornilla de leña y carbón.

En nuestras casas de campo, incluso en nuestros barrios, eran muy frecuentes estas reuniones a la puesta de sol, cuando la tarde-noche empieza a refrescar y las ranas y los grillos se preparan para darnos  sus serenatas nocturnas bajo un manto celestial negro con miles de ojos en forma de estrellas. Estoy seguro que en la memoria de muchas personas mayores, -ancianos que se recrean en los recuerdos-, perviven estas añoranzas con frecuencia encerrados en pisos hoy, muchos con sabor a colmenas y como habitaciones como celdas, casi sin luz natural y sin sol, de lo que tanto disfrutaron en su juventud. En este medio de vida han perdido toda comunicación vecinal. Ahora si quieren disfrutar del fresco del atardecer tienen que acercarse a un jardín o plaza con la atmósfera contaminada, con el ruido de coches y motos y los juegos de los chiquillos, o el más afortunado emigra con los familiares a la playa donde para él, más que un descanso, es un suplicio. La llegada del progreso, la presencia de la televisión, han hecho perderse paulatinamente esas tertulias-meriendas a la vera de un buen sombraje, un hermoso pino, una tupida parra, o simplemente a la puerta de la casa teniendo por frente la huerta, el horizonte de un plantel de almendros y algarrobos o la llanura inconmensurable de un campo de cereales salpicado de coquetas amapolas. También la partida de cartas sobre un improvisado  tablero que podían verse en las puertas de las casas de una vieja calle de barrio antiguo. Tradiciones perdidas que no vendrán como ya no volverán los años de nuestra infancia y juventud.
Josahi
Extraído de la revista ABAL del año 2003


 
LA NORIA DEL CAMPO DE CARTAGENA

Más que un paseo me considero obligación deambular por estos –y otros- campos, en pos de disfrutar de una tranquilidad que no encuentro en ningún otro lugar y que, de alguna manera, es también dar satisfacción a recuerdos de la infancia, a tiempos que nunca volverán, mientras el astro rey en una mañana luminosa acaricia y broncea nuestro rostro. Sueños y vivencias que vienen a nuestra memoria de aquellos días tan lejanos en tierras del barrio de Los Molinos, antaño aristocrático donde los señoritos de Cartagena tenían fincas para pasar el verano.

Pero también había otras donde especialmente se sembraban los cereales como la finca de la vía, frente al apeadero del tren con su enorme balsa con una frondosa morera y las de Maximiliano López Pinto, entre otras.

Y en el paseo diurno por el campo de Cartagena veo numerosos molinos de viento abandonados por sus dueños, moribundos clamando su salvación, pero los oídos sordos de sus propietarios y de nuestras autoridades las llevan irremisiblemente a su desaparición. Y también, allí en la llanura de Molinos Marfagones, Las Palas y en las tierras escondidas de La Magdalena, San Isidro y El Palmero aún quedan vestigios de nuestras antiquísimas norias que son más antiguas que los molinos de viento, lo que ocurre es que de los molinos de viento se ha escrito mucho y de las norias del Campo de Cartagena muy poco. Pero ahí están esas huellas, esas reliquias símbolo del laborioso trabajo de los hombres de nuestros campos y he sentido nostalgias recordando las norias que conocí en la infancia, esas que utilizaban una o dos caballerías para su tracción, porque según Caro Baroja las hubo también, en sus orígenes, accionadas por los pies de los hombres para mover las paletas, norias que trajeron a nuestras tierras los árabes y que pronto tuvieron una gran evolución sustituyendo las de tracción animal a la primitivas <azarbetas>, según cita también Julio Caro Baroja que se le conocía por este nombre en razón en que podían verse en mayor número en cauces de agua. No había más remedio que buscar agua y sacarla de donde se encontraban los pozos a base de construir norias para elevar el codiciado líquido y en base a que llevaban una enorme rueda de madera con cangilones salía el precioso líquido del fondo del pozo.

La mula o pollino siempre dando vueltas, para ella no había horas, ni frío ni calor, es decir, todo lo sufría  silenciosamente y dando vueltas y más vueltas monótonamente la noria, cansina y vacilante, iba vomitando el agua a la balsa de recepción, que luego regaría las tierras de su entorno. Era una rutina aburrida, es decir, una costumbre del animal de hacer su trabajo por mera práctica. A veces, las generosas ubres de la madre tierra se agotaban en un lugar y el campesino trasladaba todos los elementos de esa máquina de sacar agua para instalarla en otro pozo donde el alumbramiento era más fértil. A veces, uno se quedaba mirando los cangilones de barro –en algunas norias era metálicos, pero eran los menos- y esos cangilones de barro cocido, conocidos también como arcaduces, llevaban en su fondo un orificio que permitía su fácil llenado bajando al pozo invertido y penetrando en el fondo del pozo que subía lleno y derecho y aunque derramaba abundante agua, nunca se vaciaba porque al mismo tiempo recibía chorros del cangilón que le predecía. Iban adosados en una cinta y ésta sobre la rueda o cremallera vertical que engranaba con otra horizontal que la movía. Un artilugio modesto y sencillo pero que era el delirio del campesino que la poseía pues le resolvía el problema del agua sin grandes costos. Estos paisajes que me atrevería de calificar de soñadores y románticos hace mucho tiempo que desaparecieron del medio rural cartagenero, la modesta noria fue sustituida poco apoco por el molino a quien adosaron la rueda de cangilones, desapareciendo así la burra o la mula para hacerla rodar. Entonces fue el viento, -que no costaba nada- el encargado de poner en movimiento la rueda que penetraba profundamente hasta sumergirse en el agua para secarla sin esfuerzo animal ni del hombre. La modesta y humilde noria dejó paso a la sobria torre blanca que tuvo aún evolución más rápida y numerosa, pero una y otro sirvieron de puente entre el agua y la tierra, y el molino también sirvió para dar de comer al hombre –harineros- o para moler la sal. Quizás por esto fue más conocido y más popular.

Dicen que los egipcios ya los empleaban en el Valle del Nilo, y los judíos en los tiempos de Jesucristo. Por eso, cuando contemplo los pocos restos de esas norias por nuestro Sureste viene a mi memoria también esa historia singular de nuestro campo, y también recuerdo el chirriar de la rueda de la noria y la musiquilla de los chorros de agua. Recuerdos felices en campos abiertos, en plena naturaleza.
Josahi.
Artículo publicado en el semanario Cartagena 7 días el 22-3-1996

 
CITA CON FAMOSOS

En el año 2003 José Saura Hidalgo (Josahi) publicó el libro Cita con famosos, que reúne una selección de entrevistas que realizó durante su labor periodística a artistas del mundo del espectáculo, especialmente, y a algunas personalidades.

Portada del libro publicado por Josahi
"Cita con famosos"
-Siempre me ha gustado la vida periodística, hacer reportajes de todo tipo, entrevistar a toda clase de personas, Todo ello te hace la vida muy agradable, asistes a actos sociales y otros como deportivos o del mundo del espectáculo. Ello te lleva a hacer nuevas amistades, pasar horas muy agradables en actos de todo tipo y a conocer nuevos parajes.
Durante mis treinta años de redactor he conocido a personalidades políticas, religiosas, deportivas etc.
Algunas de mis colaboraciones periodísticas que he podido guardar las recojo en este libro y así las tendré de por vida en mi biblioteca, y en las de algunos amigos y familiares-.
Josahi.
Si estás interesado en adquirir un ejemplar del libro Cita con famosos, ponte en contacto con nuestra web.

Galería de imágenes de Josahi con famosos:



Josahi con Jose Manuel Parada
Josahi con Isabel Pantoja




Josahi con Ana Obragón
Josahi con el Dúo Dinámico

Josahi con el cantante Francisco
Josahi con Jose Antonio Camacho
Josahi con Jose Ortega Cano
Josahi con Ruiz Mateos
Josahi con Rocío Jurado
Josahi con Mari Paz Pondal





ABAL, AMIGOS DE LAS BELLAS ARTES Y LAS LETRAS



Portada de la revista ABAL del
año 2004
La asociación cultural Amigos de las Bellas Artes y las Letras de Cartagena fue fundada en el año 1973 por José Saura Hidalgo (Josahi) y un grupo de amigos con inquietudes literarias y artísticas, que se reunían para realizar tertulias donde leían sus poesías y daban a conocer sus trabajos inéditos. El grupo fue creciendo y decidieron crear una asociación independiente, altruista y sin ánimo de lucro, siendo el principal objetivo fomentar la cultura en todas sus ramas y ayudar a los escritores/as y a todos los artistas que empiezan, sin distinción de edad ni sexo.

Desde entonces sus actos culturales han sido numerosos y variados: conferencias, exposiciones de artes plásticas, de heráldica, recitales de poesía, certámenes literarios, día de los molinos de viento, exposición de esculturas y maquetas de barcos, exposiciones de trajes típicos del Campo de Cartagena, de bordados y artesanía, concursos de fotografía, de bailes regionales, campeonatos de fútbol playa en La Manga, campeonatos de ajedrez, concursos de relatos breves y cuentos, publicaciones de revistas y libros. También tienen como misión colaborar en el salvamento del patrimonio rural y urbano. Entre sus actos anuales destacan la Fiesta de Exaltación a la Primavera, la concesión de sus Premios Abal de Cultura, el Recital de la Capa, la Cena de los enamorados, etc.

Su intensa actividad llena pronto un vacío cultural destacado en la ciudad y muchos jóvenes escritores, poetas y pintores que se dieron a conocer gracias a la labor de promoción de ABAL, triunfan hoy en el mundo de la cultura.

En el año 2005 por enfermedad de su presidente-fundador, la asociación inicia un periodo de inactividad, permanente hasta el momento.

Junta Directiva de ABAL, de izquierda a derecha: Juan Mora, Agustín Dieguez, Jose Saura (Josahi) y Juan Pedreño.


¡ 30 AÑOS DE ABAL ! 

El Presidente de la asociación D. Jose Saura Hidalgo presentando los Premios ABAL de Cultura

Llegar a los 31 años ininterrumpidos de vida cultural una modesta asociación como la nuestra, -pero posiblemente , la más veterana de Cartagena-, creemos que tiene un gran mérito no reconocido hasta ahora, especialmente, por nuestras autoridades municipales que más bien pasan de cuantos actos organizamos. Sólo recordamos una vez a nuestra primera autoridad municipal Dª Pilar Barreiro se dignó a asistir a nuestra Fiesta de Exaltación de la Primavera, -evento cultural más significativo de cuantos organiza ABAL–, también la invitamos a ser Pregonera de la misma y tuvimos el honor de que aceptara, (con nuestra grata sorpresa, por qué no decirlo). Claro que también tenemos que añadir que las más relevantes personalidades del mundo cultural, no sólo de Cartagena sino también del resto de la Región Murcia se dignaron aceptar a ser Pregoneros de Honor de tan grata fiesta literaria, lo que nos satisfizo plenamente pues con ello le dieron realce al acto literario más brillante de Cartagena.

Coros, bailes regionales y  recitales poéticos se daban citan
anualmente en este acto primaveral
Así, recordamos que, entre otros, fueron Pregoneros de la Fiesta de la Exaltación de la Primavera, Carlos Collado Mena ex-Presidente de la Comunidad Autónoma de Murcia; Elena Quiñones, ex-Consejera de Cultura de la Comunidad Autónoma de Murcia; Esteban Egea, ex-Director General de Cultura; Miguel Navarro, ex-Presidente de la Asamblea Regional; Pedro Olivares, ex-Director General de Cultura; Ginés Rosa, ex-Director General de Turismo; Carlos Ferrándiz, escritor y doctor; Francisco Carles Egea, escritor y doctor y Juan Ramón Medina precioso, rector de la Universidad Politécnica de Cartagena.
Josahi.
Extraído del último número publicado de la revista ABAL, año 2004. Este fue uno de los últimos escritos que publicó Josahi para un medio de comunicación antes de enfermar.

ABAL: 30 AÑOS DE VIDA CULTURAL


ABAL fomentó durante 30 años la cultura cartagenera
Vamos a fijar nuestra atención en esa asociación de Amigos de las Bellas Artes y las letras –ABAL- impulsada desde hace años, con entusiasmo y cariño perseverante por José Saura Hidalgo, quien a veces se escuda en el seudónimo de “JOSAHI”, para hacer más prolífica su tarea. Una asociación, formada por unas personas que a través de los años han vencido todas las dificultades y que ahora gozan ya de predicamento entre los organismos oficiales.
ABAL, se va superando con gran mérito y ha adquirido un justo prestigio. La prueba de ello es que el próximo año ABAL cumplirá 30 años de vida cultural ininterrumpida. Esta ejecutoria nos ha movido a ocuparnos de esta entidad que no pasa desapercibida dentro del contexto cultural cartagenero, sino que, por el contrario, constituye una manifestación fehaciente de lo que es una labor perseverante y bien hecha. Una labor altruista, movida simplemente por dos parámetros: el amor a la Cultura y el amor a Cartagena, logrando de esta forma consolidar su nombre y adquirir un justo prestigio. La prueba de ello es que ABAL cumplirá el próximo año treinta años de vida cultural ininterrumpida.
José Monerri Murcia.
Fragmento extraído del artículo Calle Mayor. Los Premios Abal, publicado en el diario La Verdad el 11-2-2003


 
LA FIESTA DE EXALTACION DE LA PRIMAVERA 

Las últimas ediciones de la Fiesta de Exaltción de la Primavera se celebraron en el Patio de los Ayuntamientos de la Asamblea Regional

En 1986 presidió el acto el ex-Presidente de la Región de Murcia
D, Carlos Collado Mena y el pregonero fúa el ex-Alcalde de
Cartagena D. Juan Martínez Simón
La Fiesta de Exaltación de la Primavera es un acto cultural instituido por la Asociación Amigos de las Bellas Artes y las Letras (ABAL) en el año 1984 para celebrar la llegada de la estación del año más luminosa y colorista y en homenaje a todos los hombres y mujeres que, de una manera totalmente altruista, promocionan la Cultura en general. Desde el citado año se han venido festejando ininterrumpidamente. Las Musas de la Primavera elegidas han sido siempre señoritas que cuentan en su haber, al menos, con un título de belleza, bien sea local, regional o nacional. En el año 2002 por excepción fue nombrada Musa la Virgen del Rosell, antigua Patrona de Cartagena.
Los Pregoneros han sido siempre personalidades del mundo de la Cultura o la Política. Las señoritas Musas de la Primavera vestían siempre en este acto traje de fiesta y sus Damas de Honor el traje típico de lujo del Campo de Cartagena como una exaltación del mismo.
Josahi.
Extraído del Programa de la Fiesta de Exaltación de la Primavera, en su última edición.

Josahi fue el organizador de las veinte ediciones de este famoso acto literario cartagenero. (1984-2003).


 
¡ VEINTE EDICIONES DE LA FIESTA DE EXALTACION DE LA PRIMAVERA !


La XVIII Fiesta de Exaltación de la Primavera (2001) se celebró en la Iglesia de Santa María de Gracia

Casi increíble. Veinte años, ininterrumpidos, lleva la Asociación Amigos de las Bellas Artes y las Letras (ABAL) celebrando la fiesta anual de Exaltación de la Primavera. ¡Veinte ediciones! sin fallar un solo año, y parece que fue ayer cuando le propusimos en un frío día del mes de febrero que visitábamos la Galería de Arte del comerciante Domingo Torres, en la Avenida Reina Victoria, de Cartagena, a nuestro desaparecido Francisco Montoya García, hacer algún acto cultural para celebrar la llegada de la estación más alegre y luminosa del año, cuando todas las flores de la tierra, hasta la más humilde, se abren y dan su colorido y esplendor en jardines, parques, orillas de las carreteras y parcelas sin cultivar, en la mayoría de los días regadas únicamente con las gotas del rocío en las húmedas albas y frescas noches del invierno y primavera.
A Paco Montoya, que además de gustarle también las letras, era coordinador en la mencionada Galería y colaborador en la prensa local ejerciendo de crítico de arte, le pareció muy buena idea y quedamos en vernos para hablar del asunto en la cafetería que estaba enfrente de la Galería de Arte. En la amena conversación que tuvimos le dije que tenía las ideas muy claras y lo que quería era celebrar un recital de poemas, con la participación de los mejores poetas locales, una especie de loa a la primavera cartagenera. El único problema era el local donde celebrar el acto y hablamos para eso con el joyero Domingo Torres, a quien conocemos desde nuestra juventud, pues llevaba su rebaño hasta las mismas casas del Ensanche para vender la leche ordeñando las cabras ante la atenta mirada de las amas de casa y mi madre era una buena clienta de él.

La Fiesta de Exaltación de la Primavera concentraba siempre numeroso
público. Acto celebrado en el Casino de Cartagena en 1987
Domingo Torres que es un gran amante de la cultura en general, se prestó amablemente para dejarnos su Galería de Arte para realizar allí nuestra fiesta literaria y, efectivamente, rodeados de los cuadros de una exposición de pintura celebramos la I Fiesta de Exaltación de la Primavera. Fue un día lluvioso y nuestro temor era que el publico brillara por su ausencia pese a las decenas de invitaciones que habíamos enviado. Pero el tiempo lluvioso no pudo con este acto cultural y entrañable y ante nuestra sorpresa se llenó el local y, además, la convocatoria atrajo a muchos poetas y poetisas, más de los que podían participar y nos vimos en el compromiso de dejar a muchos fuera, prometiéndoles participar en una nueva edición, en el año próximo. Y así, sembrando versos, cantándole a la Primavera cartagenera, llegamos al año 2003. o sea, desde 1983, venimos celebrando las Fiesta de Exaltación de la Primavera. De la Galería Domingo Torres pasamos al salón de actos del Palacio de Aguirre, luego en la Casa del Pescador, en el salón de actos de la Residencia “Alberto Colao”, en el Aula de Cultura de la CAM, en el salón de Plenos del Palacio Consistorial y por último en el Patio de los Ayuntamientos de la Asamblea Regional, donde llevamos celebrándolo varios años pues es un bellísimo marco para este acto.

El Presidente de ABAL presenta el acto de 1987 junto a la Musa Beatriz
Bokubo y de Manoli García, Musa del año anterior
De los pregoneros qué vamos a decir. Han sido siempre ilustres personalidades del mundo de la Cultura o Política a saber: Presidentes de la Comunidad Autónoma, Consejeros de Cultura de la Comunidad Autónoma, Directores Generales de Turismo, Alcaldes de Cartagena, y un etcétera muy largo siempre, acompañados de las bellezas cartageneras vistiendo traje de fiesta, la señorita Musa de la Primavera y el traje típico de lujo del Campo de Cartagena sus Damas de Honor, que presiden el acto, y siempre abarrotada la sala de un selecto público amante de la cultura.
Josahi
Extraído de la revista ABAL del año 2003


JOSE SAURA HIDALGO (JOSAHI) EN "LIDERES MURCIANOS SIGLO XX" (1) 

Jose Saura Hidalgo (Josahi)
Posiblemente sea una de las memorias más gratas, recordar la de cualquier persona que durante toda su vida, acaso desde que tuvo su primer juicio intelectual, se ha movido, integrado, realizado, en un entorno social plenamente sumido en un sentido de la cultura, de la estética y de las artes. Siempre nos resulta espléndidamente agradable saber y poder reseñar la historia personal de quien, como José Saura Hidalgo, es prueba viviente y real de una vocación a la cultura con tanta intensidad, que ha logrado la unanimidad más sincera a la hora de señalar la calidad de su obra. Porque resulta absolutamente de justicia anotar en los anales de la verdad, saber que su historia personal es la historia de una vida entregada y dedicada a las Bellas Artes. Tal vez, muy cerca de su mismo nacimiento, 20 de julio de 1932, José Saura Hidalgo apuntaba ya todas lals intuiciones propias de una sensibilidad especial hacia el mágico mundo de la literatura; quizá casi al momento de empezar sus horas de clase en el colegio del Patronato del Sagrado Corazón de Jesús, iniciaba también su vocación de lector y desde ahí, a una lógica secuencia de escribir sus primeros testimonios.

Josahi acompañado de su mujer Mari Paz
Es posible también que todo cuanto físicamente rodeaba a este cartagenero de alma y corazón, pudiera influir con la grandeza de sus testigos en la historia: el testimonio arqueológico inconmensurable, la Iglesia Antigua, el pecio y el ánfora, el teatro romano, el paso de tantas civilizaciones que dieron a Cartagena su posición en el mundo, a una especial sensibilidad que le dirigía de manera instintiva a una vocación para la cultura, pero el caso no es sino la extraordinaria realidad de José Saura, que ha creado escuela entre la sociedad de Cartagena a través de una obra tan extensa como intensa. Saura Hidalgo, estamos seguros, era dueño de un patrimonio cultural que lo destacaba de la mayoría de amigos y compañeros. Desde sus primeros años de estudios en la Escuela de Comercio de Cartagena, José Saura supo hacer coincidir sus obligaciones de estudiante y sus ocios de juegos y amistad naturales en su convivencia de juventud, con aquella voluntad de acercarse a las cosas bellas, al ejercicio práctico de las artes, que él orientara hacia la literatura, hacia el verso y la prosa, de manera que formaría parte indeleble en el proyecto personal de vida.

Una de las pasiones de Josahi era su finca de recreo, el refugio
donde se desconectaba de su intensa agenda social.
Con su título de Perito Mercantil se la abría a Saura Hidalgo la posibilidad de encontrar la ocasión de un trabajo estable que, de alguna manera, pudiera servirle a desarrollar sus inquietudes literarias y empezar así su carrera de escritor, el mismo sentido de seguridad laboral encontrada en la CAM, antigua Caja de Ahorros del Sureste de España, en 1953, le empujaría sin duda alguna a un proceso de creatividad que vendría a traducirse en uno de los trabajos literarios más importantes de la época. Fue nombrado director de varias sucursales de la entidad de ahorros, desde luego en un tiempo mucho más humano, por cercano a los usuarios, en una responsabilidad que le mostraba experiencias personales, casos de acendrado humanismo, anécdotas de la vida más real y posible, en una secuencia social que le ofrecía la primera materia urgente para cualquier escritor; y Saura Hidalgo enseguida dio muestra de este particular poder de observación a la hora de empezar su aventura literaria.

Josahi entrevistando a una jovencísima Isabel Pantoja
Era simplemente cuestión de tiempo; la fuerza interior que le instaba a escribir, desde la más pura voluntad interior, desde una sincera situación de autodidacta, se transformaba ya en 1959, en un primer premio literario conseguido en el certamen del Barrio de San Antón, de Cartagena. Y a partir de esa participación entra en el mundo de leyenda de los escritores, escribe poesía, escribe algún que otro cuento, y forma parte de la nómina de colaboradores de los diarios Línea, Hoja del Lunes, La Verdad o ABC en los que ejerce como redactor por espacio de más de treinta años. Siempre encuentra el momento justo para dedicarse a la promoción y desarrollo de toda la clase de actividad cultural, destacando quizás su participación en la fundación Amigos de los Molinos de Viento, en 1973, como de los objetivos más deseados por este fidelísimo hijo de Cartagena. Que tiene en la conservación de estas joyas etnológicas una de sus señas de identidad más queridas; con toda seguridad sería una de las causas que con mayor tesón defendería José Saura a lo largo de su vida y que él, de algún modo, quiso reflejar en su cuento Navidad en el Molino de Viento con él lograría un tercer premio nacional que convocaba la Caja de Ahorros de Mediterráneo.

Josahi en compañía de Carmen Conde
Desde las páginas de esos diarios en los que es considerado como  un redactor de columna, él prosigue una labor periodística que extiende a otros medios de comunicación como las emisora de radio de la Región o en algunas revistas de tirada nacional. La enorme actividad que permanentemente despliega Saura Hidalgo, le sitúa en cualquier manifestación que se haga o se cree desde los principios más puros de las Bellas Artes, y en este sentido funda, junto a otros amigos y compañeros la asociación de Amigos de las Bellas Artes y las Letras (ABAL), de la que ahora, y después de casi treinta años de programación cultural ocuparía la presidencia de la misma; su currículo como escritor alcanza niveles verdaderamente excepcionales que abarca desde una premio para Anécdotas, convocado por la Confederación Española de Cajas de Ahorros, hasta la fundación del semanario La Manga, dedicado evidentemente a cuantas actividades empezaba a generar esa maravillosa lengua de tierra entre dos mares.

Josahi con el Presidente de la Región de Murcia D. Ramón Luis Valcarcel
Que la calidad y la cantidad de obra escrita o publicada por José Saura era conocida muy bien en el universo literario, daría suficiente fe hecho de que algunos de sus trabajos se consideraran en determinado colegio de Madrid, como ejercicio de lectura obligada en base, sencilla y absolutamente, a su prosa bien hecha, a sus argumentos cercanos a la sensibilidad humana, a sus cualidades como escritor. Es una etapa de plena satisfacción artística que aprovecha en toda su fuerza e imaginación, y escribe cuatro poemas en el libro de versos Poetas del año 2000, que él mismo podría interpretar como un resumen a más de treinta años de dedicación, de vocación literaria. Lo llaman de diferentes localidades para ser Pregonero de sus fiestas, como en Islas Menores en 1983, o en San José Obrero en 1988; el Club de Suboficiales de la Armada le distingue con una Metopa especial, la Hermandad de romeros de San Ginés le otorga una Placa por sus trabajos periodísticos.

Josahi con Nicomedes Gómez
La presencia de Saura Hidalgo se siente imprescindible en la vida cultural y artística de la vieja y sabia ciudad de Cartagena, en la que él, desde su más completa vocación, asiste y participa de manera muy activa hasta el punto que ya es una auténtica institución entre la sociedad y comunidad cartagenera. Tan solo un tiempo atrás, en 1981, era nombrado Formidable con banda y diploma de la tertulia Literaria Mesa-Café de La Unión, villa minera capaz de conquistar un lugar para la cultura y para el arte a través de su Festival del Cante de las Minas, y al que José Saura atendió desde sus artículos con toda la pasión y el interés que despertaba. Y su aventura cultural se enriquece con la distinción de Cartagenero de Siempre que recibe en 1987, como años antes había recibido la consideración de Murciano del Momento, y su implicación con las inquietudes y aventuras culturales de Cartagena, es parte de su propia historia, en ese sentido se recuerda su serie de artículos sobre la Semana Internacional de Cine Naval y del Mar, que le supone la concesión en 1981 del Premio Secinval Nacional y es requerido para pronunciar el pregón de las Fiestas del gremio de Artesanos del Campo.

Josahi con Isidoro Valverde
Su obra llega a todas las partes de nuestra región y de nuestro país, y es miembro de la Asociación Mundial de Escritores, en un proceso de producción literaria que le concede Diploma del Grupo de Prensa Butano S.A., por sus trabajos periodísticos en un año, como 1975, de intensa dedicación a la prensa que, entre otras colaboraciones, ya había obtenidko el Premio que la Asociación de Belenistas le conceden en 1984, Rosa de Navidad. Así mismo es reconocido por la Comisión Cultural del Carnaval en el año 2000, otorgándole la Insignia de plata en gratitud por sus trabajos periodísticos a favor de ésta secular y tradicional fiesta de Cartagena.

Josahi fue un gran amante y defensor de los molinos
de viento cartageneros
Y no haría falta reseñar mucho más en la intensa vida de este hombre, cartagenero de excepción que tuvo la sensibilidad y la valentía de dedicar toda su fuerza literaria, toda su vocación de artista a fomentar y promocionar aquello que de alguna manera hace a los hombres, a la sociedad, más culta y más noble, porque es una vocación dirigida a la estética del alma y del espíritu, realidad al fin que nos valore como parte de un universo más bello y más completo. La satisfacción de contar con personas así, nos hace sentirnos mejor, nos hace sentirnos verdaderamente libres porque la única libertad es la que nos regala la práctica o la contemplación de las Bellas Artes. A personas como José Saura Hidalgo le debemos mucho de estos sentimientos que nos completa como ciudadanos de nuestra región, y del mundo.



Los primeros años de crecimiento de su
nieta Verónica, fue una de las mejores épocas
de la vida de Josahi

Los animales era otra de las aficiones de Jose

(1) “SIGLO XX LIDERES EDITORIAL, SL”, publicó en el año 2001 la biografía de varias decenas de personas de la Región de Murcia, dándole forma literaria a los textos las bellas plumas de EDUARDO LOPEZ PASCUAL y PEDRO LOPEZ GOMEZ bajo el título de “LIDERES MURCIANOS SIGLO XX” recogidos en cuatro tomos con encuadernación de lujo. En uno de los tomos figura José Saura Hidalgo, cuyo texto también se publicó en la revista ABAL del año 2003 con la autorización de la mencionada editorial y que reproducimos en este apartado dedicado a Josahi.




NAVIDAD JUNTO AL MOLINO (Cuento navideño) 

En diciembre de 1987 José Saura Hidalgo (Josahi) publicó en formato de folleto o “cuadernillo”, el cuento de Navidad titulado “Navidad junto al molino”. La acogida de los 500 ejemplares fue fabulosa y pronto se editó una segunda edición. El diario La Vedad lo llegó a publicar en dos ocasiones en sus extraordinarios de Navidad, y también llegó a leerse en las aulas de algunos colegios e incluso fue publicado en revistas escolares.

A continuación reproducimos este cuento navideño escrito por Josahi, y ambientado en el Campo de Cartagena.


Yo no sé los años que tiene mi molino de viento. Pero si sé que a mi me dobla en edad pues mi abuelo molió aquí harina y al morir lo heredó mi padre que a su vez me dejó a mí que voy a cumplir los setenta y cinco años , así que, ¿Cuántas navidades han transcurrido desde que se pusieron sus piedras, cuantos millones de veces han girado sus velas para moler ese trigo para hacer nuestro pan y las tortas de Pascua?.

Mi madre decía que la mejor harina para hacer los dulces de Pascua, era la harina blanca y pura que traía mi padre del molino y que días antes había envasado, porque también venían muchos vecinos y amigos de otros pueblos y pedanías a comprarnos harina para estos días de Navidad. En esas doradas tardes del invierno cartagenero la gente venía andando, despacio y abrigada, a llevarse unos kilos de harina para hacer mantecados, rosquillas, tortas, y muchos volvían para traernos un paquetito con algunas muestras de los dulces que habían hecho y las comparaban con los que había hecho mi madre. Encendían el fuego y con una botella de vino viejo se formaba enseguida la tertulia. Muchas veces encima de la carbonilla al rojo vivo del brasero ponían unas castañas o unas patatas crudas. Las patatas asadas se mezclaban con las castañas y entre trago y trago transcurría la tarde fría de diciembre al que los viejos le hemos tenido siempre mucho miedo por el frío y la escarcha…

Antes fueron mis hijos los que me ayudaban a limpiar mi viejo molino para montar el belén, aquí junto a estos maderos centenarios. La costumbre sigue, ahora con mi nieta, mi tesoro, que desde que empezó a andar, y ya va a cumplir nueve añitos. Me sigue a todas partes, barre la estancia, sacude el polvo de las paredes y la piedra de moler, trae las cajas de las figuritas, el Nacimiento, las ramas para formar el pesebre, la hierba el papel de plata para el agua del río… La verdad es que si no fuera por este ángel a mi edad se me habría quitado las ganas de vivir y, sobre todo, esta ilusión de montar el belén.

Mis huesos están como los palos de mi molino, huelen a humedad, pueden estar “carcomidos”, están cansados de trabajar y me cuesta enderezarlos para levantarme y agacharme. Pero mi tesoro, este rubio ángel que Dios me ha puesto por compañía hasta el fin de mis días, me anima y hace que saque fuerzas de flaqueza… “Venga abuelito, que el Señor Jesús nos castigará si no ponemos este año el belén”. Y me lo pide con tanta dulzura, con esa cara tan
angelical, con tanto amor, que no reparo en mis riñones maltrechos, en el reuma de mis piernas, en el dolor de mi cabeza…

Ella ha ido a los almendros que rodean esta casona, ha hecho mil viajes con esa fuerza que le dan sus piernas jóvenes y entre los dos instalamos el belén, “aquí abuelito, el pastorcito, camino de la cueva del niño, la profesora dice que los pastores llevaban ovejas a Jesús, así que hay que poner muchos pastores camino de la cueva”. De los montes baja el agua, “venga, más papel plata que el río tiene que ser largo cruzado con puentes y con mujeres lavando la ropa en las orillas”. Ella se aprendió muy bien la lección, de un año para otro el belén es casi un calco, no le gusta cambiar nada, “abuelo, la estrella encima de la cueva, para que la vean bien Melchor, Gaspar y Baltasar”… Cuando llega la hora de poner al Niño en el pesebre lo acaricia y lo besa repetidas veces, “el niño tiene que estar muy cerca del buey y la mula, para que le den calor, hace mucho frío”. Y hasta la acurrucada paja para que el Niño no pasara frío en aquel pesebre inhóspito junto a José y la Virgen… ¡Que gozo montar el belén con esta criatura¡. Es el premio de Dios que tenemos los viejos cundo los hijos se hacen mayores y nos traen estos retoños, sangre de su sangre y un poquito de la nuestra…

Este año mi abuelo no me pondrá el belén. Hasta su molino está muy triste, ha envejecido mucho desde que el abuelo se marchó, ha perdido parte de las tablas del techo y en las paredes hay muchas telas de araña. Aún cuelga su pelliza, llena de polvo, junto a la rueda del molino. Aún lo recuerdo encogido,  con su parda boina calada hasta las orejas, con los ojos fijos en mí, y a veces sentado en tristes pensamientos. Aún tengo figuritas rotas al caer de sus manos temblorosas, lamentándose mucho por el accidente, pidiéndome perdón, “uno es que está viejo”, -me decía con tristeza-, y por eso ocurren estas cosas, pero en cuanto cobre la pensión te compraré otra nueva”.

En la fuente del belén, muy cerca de la cueva del Niño, mi abuelo me ponía el aguinaldo, era como una sorpresa del adelanto de los Reyes, “anda ves al belén, a ver si junto a la cueva Melchor te ha dejado el aguinaldo”. Nunca fallaba, allí estaban las perras “gordas”, las monedas de dos reales con el agujerito en el centro, había vaciado todos sus bolsillos y a mí nunca me faltó el aguinaldo del abuelo…

Hoy también he hecho el belén, mientras mi madre me preparaba el cocido de Navidad y mi padre pelaba el pavo… Y en la cima de un pequeño cerro he puesto el molinico de viento, mi abuelo todos los años me decía lo mismo, “nena, que no se te olvide el molino de belén, un belén sin molino es como un huevo  sin sal, es lo que le da gracia, alegría… Hoy, sin mi abuelo, mis lágrimas han corrido por mis mejillas y se han mezclado con las del río, seguro que mi abuelo, allá en el cielo, me habrá estado observando a ver si las figuras están en su sitio, y sus ojillos brillantes, negros como las aceitunas de sus olivos, se habrán tornado en un manantial de lagrimillas. No sufras abuelo, mientras viva en tu casona, mientras exista tu molino, el belén no ha de faltar, con las mismas figuras, con la misma ilusión con que tú me ayudabas a ponerlo, con la presencia de Jesús en el pesebre mirándonos a los dos… mi padre va arreglar el techo del molinillo para que dure muchos años, para que te recuerde siempre. Estar aquí dentro, es como estar en tu regazo, caliente, escuchando tus villancicos, tus cuentos de Navidad…

Amigos de las Bellas Artes y las Letras. Cartagena, 1987.

 

SE NOS FUE JOSAHI, ULTIMO JUGLAR DE NUESTRA CARTAGENA. FUNDADOR DE LA ASOCIACION DE AMIGOS DE LAS BELLAS ARTES Y LAS LETRAS 

La cultura fue la gran pasión del cartagenero José Saura Hidalgo, creador de premios y certámenes para escritores y pintores.
Se fue Josahi el otro día, temprano, sin avisar, en silencio… Se marchó nuestro querido amigo en este otoño atípico, como ave viajera que busca una nueva primavera, José Saura Hidalgo, nos ha 

Josahi en una de sus últimas
apariciones públicas
dejado, pero nos queda su recuerdo de persona trabajadora, honrada y dedicada plenamente a la cultura de nuestra ciudad y de la comarca.


Trabajador incansable, compartió su trabajo en la Caja del Mediterráneo con sus grandes pasiones: la cultura, la literatura y todo lo referente a nuestra tierra. Josahi, de niño manifiesta su afición a las letras escribiendo narraciones cortas y cuentos que durante su vida mantendría. Colabora muchos años con un diario, en ese tiempo conoció y entrevistó a personalidades políticas, religiosas, deportivas e infinidad de artistas famosos, entrevistas que han sido recogidas en su último libro titulado “Cita con famosos”.

Los Molinos de Viento fueron una de sus pasiones, escribió sobre ellos y organizó congresos y exposiciones por toda la geografía regional, tratando de conseguir su rehabilitación. Josahi, en el año 1973, funda la asociación de Amigos de las Bellas Artes y las Letras (ABAL). Asociación que recoge la corriente cultural literaria de nuestra ciudad y comarca. Escritores, poetas y pintores ya tienen una entidad donde canalizar sus inquietudes. ABAL crece por el efecto de su empuje constante por que Josahi vivió íntegramente par su familia y su asociación, a la que dedicaba todo su tiempo, todo su cariño, tratando de transmitir a todos los asociados su amor or nuestra ciudad.

Recordaremos los recitales poéticos en las frías noches de invierno a pie de las figuras de bronce de Isidoro Márquez, Monroy o del también inolvidable Isidoro Valverde. Josahi creó el acto literario de la Exaltación de la Primavera, de gran renombre. Los Premios Abal representan uno de los máximos exponentes de la cultura de Cartagena. Incansablemente recorre nuestras calles, llama a las puertas de los organismos oficiales buscando las colaboraciones para editar libros, revistas y carteles anunciadores de actos culturales, llenos de ilusiones de este caballero andante, buscador de armonías, último juglar de esta Cartagena nuestra.

Una dura pérdida para su familia, sobre todo por su esposa Mari Paz, que ha estado a su lado apoyando y compartiendo su fecunda vida hasta el último momento, para sus desconsolados hijos que han perdido un padre ejemplar, hermanos, nietos, sobrinos. Todos guardarán en sus corazones el recuerdo de un hombre bueno y generoso que entregó toda su vida y su amor a familia y a su ciudad, Cartagena. Y nosotros, los que conocimos a José Saura Hidalgo, los que estuvimos a su lado, debemos mantener esa llamada encendida que él prendió tan desinteresadamente.
Descanse en paz.
JUAN PEDREÑO ALCARAZ
Publicado en el diario La Opinión el día 26-11-2009











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